Cazadores de microbios
Autor: Paul De Kruif / Editorial. Capitán Swing / ISBN: 978-84-122817-2-9
Dicen que el tiempo pone las cosas en su sitio. Así que puedo decir sin temor a equivocarme que “Cazadores de microbios” es una obra maestra de la divulgación científica, ya que han pasado 95 años desde que fue publicado, y cada cierto tiempo vuelve a ser reeditado para que pueda ser leído por las nuevas generaciones de científicos que se van a dedicar al estudio de la vida. En mi caso, lo leí por primera vez durante la carrera allá por el año 1986, cuando me compré una edición de bolsillo de la colección Biblioteca Científica Salvat, (que a su vez era una reimpresión de la edición realizada por la editorial Aguilar en los años 50). Cuando lo leí, el libro de Paul de Kruif ya tenía 60 años de existencia, y sin embargo no me pareció un libro obsoleto o pasado de moda. Más bien todo lo contrario, porque lo devoré en unos pocos días mientras hacía mis viajes en Metro a la universidad.
Es difícil escribir sobre un libro famoso ya que son muchos los que ya lo han hecho antes que tú. No voy a decir que fuera un libro que me cambiara la vida y que me inspirara a escoger la microbiología como forma de vida, porque no sería verdad. Pero sí que es cierto que es uno de esos libros que te lees en más de una ocasión, (en mi caso cuatro veces, la última para escribir este comentario) y que me lo he pasado en grande cada vez lo he hecho. Aunque también es cierto que el tiempo y la experiencia te hacen disfrutar cada una de esas lecturas de manera distinta. Adicionalmente, la nueva traducción realizada para esta edición publicada por Capitán Swing me ha mostrado cómo la sociedad cambia en la apreciación de las cosas.
Paul De Kruif fue uno de los pioneros de la divulgación científica. Era bacteriólogo y miembro del grupo de investigación de Simon Flexner en el Instituto Rockefeller. En el año 1922 escribió de manera anónima un ensayo popular en el que despotricaba contra los médicos de la época, describiendo sus prácticas como más cercanas a los rituales religiosos que a la rigurosidad científica. Cuando se descubrió que él era el autor fue despedido del Instituto Rockefeller, así que decidió cambiar de actividad y ganarse la vida con la escritura. Al poco conoció al escritor Sinclair Lewis y juntos se embarcaron en la escritura de una obra sobre la práctica de la medicina científica, dando nacimiento a la novela “Arrowsmith”. Lewis fue el que dotó de literatura a las descripciones realizadas por De Kruif y cuando la publicaron llegaron al acuerdo de que solo Lewis aparecería como autor y que los beneficios se repartirían al 75:25. “Arrowsmith” se convirtió en un éxito de ventas y posteriormente De Kruif se arrepentiría de no haber conseguido un acuerdo mejor, aunque en ese momento le había parecido más que justo. Pero la amistad con Lewis le permitió aprender lecciones sobre cómo escribir una novela y las puso en práctica con su primer y mejor libro: “Cazadores de microbios”.
La idea del libro se la dio Jules Bordet, al que conocía de sus tiempos de investigador en el Instituto Rockefeller. Según Bordet él era el adecuado para escribir un roman des microbes ya que la historia de la microbiología era una mezcla única de aventuras y ciencia. Así que De Kruif se puso a ello y para su relato escogió la vida de 13 microbiólogos a los que describió en 12 capítulos que son:
- Leeuwenhoek. El primer cazador de microbios
- Spallanzani. ¡Los microbios tienen que tener padres!
- Pasteur. ¡Los microbios son una amenaza!
- Koch. El luchador contra la muerte
- Pasteur y el perro rabioso.
- Roux y Behring. La masacre de los conejillos de Indias
- Metchnikoff. Los amables fagocitos
- Theobald Smith. Las garrapatas y la fiebre de Texas
- Bruce. El rastro de la mosca tsé-tsé.
- Ross contra Grassi. La malaria.
- Walter Reed. Por el bien de la Ciencia… ¡y por la humanidad!
- Paul Ehrlich. La bala mágica
De Kruif escribe con un estilo ameno y directo en el que los hechos no importan tanto como la trama de la historia. Podríamos decir que en mucho de los pasajes del libro hay que aplicar el dicho “si non e vero e ben trovato”, porque lo que hace De Kruif es describir lo que podría definirse como “ciencia heroica” (basta leer el título del capítulo 11) que muestra una inquebrantable fe en el esencial papel de la ciencia en el progreso humano. El libro tuvo notable influencia ya que inspiró las adaptaciones cinematográficas de las vidas de Pasteur, Ehrlich y Reed (las dos primeras han sido comentadas en NoticiaSEM Nº 60 y Nº 82 respectivamente). Aunque también tuvo su ración de polémica en su tiempo ya que Ronald Ross acusó de De Kruif de libelo y como consecuencia la edición británica de la obra fue publicada sin el capítulo 10. Pero hay que tener en cuenta de que “Cazadores de microbios” es uno de los primeros libros de divulgación científica, que nadie había hecho algo así antes y que está escrito en 1926. La visión del mundo de las gentes de aquella época era muy distinta a la que tenemos ahora, y en algunas ocasiones es necesario que el lector tenga un cierto sentido de la ironía y del contexto histórico. Si se carece de ello entonces un puede entender que se den situaciones como la de que el editor estadounidense avise en una nota previa que diversos términos pueden “resultar desafortunados” o que el traductor de esta nueva edición española haya traducido “parents”, e incluso “fathers and mothers”, por “progenitores”.
A pesar de esas pequeñeces, “Cazadores de microbios” tiene muchísimo más de bueno que de malo. No solo se nos muestran los aspectos fundamentales de la actividad científica como son la curiosidad, el rigor metodológico y el cuidado en describir solo de aquello de lo que uno está seguro gracias a la experimentación. También se nos describen cosas más mundanas como los arrebatos patrióticos de Pasteur, el desordenado entusiasmo de Metchnikoff, o el cinismo de Spallanzani, demostrando que esos científicos también eran humanos y que tenían sus propios defectos y virtudes. Y gracias a Rhea, la segunda mujer de De Kruif y a quién éste dedicó el libro, conocemos el papel fundamental que jugaron mujeres como Louise, Emma, Olga y sobre todo Jane, en que sus respectivos esposos consiguieran culminar su labor investigadora. En esta nueva edición publicada por Capitan Swing se incluye la introducción del doctor Francisco González-Crussi, escrita para la edición norteamericana de 1995. Una obra de su época que ha resistido el paso del tiempo. Imprescindible para cualquier persona interesada en la microbiología.
5 Comentarios
Hola. Me presento. Soy Helliot y soy diseñador gráfico. Quizá se pregunten qué rayos tiene que hacer un diseñador aquí. Quizá nada. Pero coincido en que el libro, de carácter eminentemente científico, aborda de manera ingeniosa el tema del mundo microscópico. Es más: uno no puede menos que sentirse identificado con Paul Ehlrich, «La bala mágica», ya que este científico estaba dotado de una particular destreza para combinar colores. Increíble. No pasa de moda. Coincido con el autor de la nota (Manuel Sánchez-Angulo) en que es un libro que se mantiene fresco y actual, pese a ser escrito hace casi 100 años. Si todos lo leyeran, y hablo de todos, el mundo no sería tan manipulable ni tan controlado como –desgraciadamente– lo es en la actualidad, en que es más fácil guiarse y depositar nuestra fe en una pantalla o en un «sitio», solo porque dice wiki…edia. Enhorabuena a los que todavía leen libros!!!
Gracias por el comentario
Es un excelente libro, lo aconsejo que lean ya sacaran sus conclusiones. Es un libro eminentemente científico.
Gracias
Me ha gustado mucho, especialmente, el capítulo 7 de la delirante biografía del ucraniano Elías Metchnikoff. Su perseverancia por demostrar, en cada etapa de su vida, las ideas que inventaba. Còmo supo convencer de que existían «fagocitos», que engullían microbios, mucho antes de poseer su evidencia empírica.
Gracias